Investigar nuestras realidades para entender los problemas sociales, reales y urgentes.

Lo real y lo racional.

Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo. Karl Marx (1845).

Die Philosophen haben die Welt nur verschieden interpretiert; es kommt aber darauf an, sie zu verändern. Karl Marx (1845).

Iván Illich: Fue un filósofo que leyó con atención las obras de Marx. Supo ver y entender la necesidad de elaborar una nueva "contribución a la crítica de la economía política", adecuada a la evolución del capitalismo industrial, cien años después de la formulada por Marx a mediados del siglo XIX. Iván Illich entiende y extiende el pensamiento de Marx, en las nuevas condiciones del modo de producción capitalista ecocida. En el cidoc, nos proponemos seguir sus pasos.

Para leer en bicicleta


Hace un siglo el hombre inventó una máquina que lo dotó de eficiencia aún mayor: la bicicleta. Se trataba de una invención novedosa, a base de materiales nuevos combinados en una tecnología ingeniosa, e impensados en tiempos del joven Marx.

El uso de la bicicleta hace posible que el movimiento del cuerpo humano franquee una última barrera. Le permite aprovechar la energía metabólica disponible y acelerar la locomoción a su límite teórico. En terreno plano, el ciclista es tres o cuatro veces más veloz que el peatón, gastando en total cinco veces menos calorías por kilómetro que este. El transporte de un gramo de su cuerpo sobre esta distancia no le consume más que 0,15 calorías. Con la bicicleta, el hombre rebasa el rendimiento posible de cualquier máquina y de cualquier animal evolucionado.

Además, la bicicleta no ocupa mucho espacio. Para que 40.000 personas puedan cruzar un puente en una hora moviéndose a 25 kilómetros por hora, se necesita que este tenga 138 metros de anchura si viajan en coche, 38 metros si viajan en autobús y 20 metros si van a pie; en cambio, si van en bicicleta, el puente no necesita más de 10 metros de anchura. Únicamente un sistema hipermoderno de trenes rápidos, a 100 kilómetros por hora y sucediéndose a intervalos de 30 segundos podría pasar esta cantidad de gente por un puente semejante en el mismo tiempo. . .

Dotado de bicicleta, el hombre puede cubrir una distancia anual superior, dedicándole en total menos tiempo y exigiendo menos espacio para hacerlo y muy poca inversión de energía física que no es parte de su propio ciclo vital.

Además, las bicicletas cuestan poco. Con una fracción de las horas de trabajo que exige al norteamericano la compra de su coche, el chino, ganando un salario mucho menor, compra su bicicleta, que le dura toda la vida, mientras que el coche, cuanto más barato, más pronto hay que reponerlo. Eso mismo puede decirse respecto a las carreteras. Para que un mayor número de ciudadanos pueda llegar hasta su casa en coche, se corroe más el territorio nacional. Inevitablemente el coche está ligado a la carretera, no así la bicicleta. Donde no puede ir montado en ella, el ciclista la empuja. El radio diario de trayectos aumenta para todos por igual sin que por esto disminuya para el ciclista la intensidad de acceso. El hombre con bicicleta se convierte en dueño de sus propios movimientos, sin estorbar al vecino. Si hay quien pretenda que en materia de circulación es posible lograr algo mejor, es ahora cuando debe probarlo.

La bicicleta es invento de la misma generación que creó el vehículo de motor, pero las dos invenciones son símbolos de adelantos hechos en direcciones opuestas por el hombre moderno. La bicicleta permite a cada uno controlar el empleo de su propia energía; el vehículo de motor inevitablemente hace de los usuarios rivales entre sí por la energía, el espacio y el tiempo.

En Vietnam, un ejército hiperindustrializado no ha podido derrotar a un pueblo que se desplaza a la velocidad de la bicicleta. Esto debería hacernos meditar: tal vez la segunda forma del empleo de la técnica sea superior a la primera. Naturalmente, queda por ver si los vietnamitas del norte están dispuestos a permanecer dentro de esos límites de velocidad que son los únicos susceptibles de respetar los valores mismos que hicieron posible su victoria. Hasta el momento presente los bombarderos americanos les han privado de gasolina, de motores, de carreteras y los han obligado a emplear una técnica también moderna, mucho más eficaz, equitativa y autónoma que la que Marx hubiese podido imaginar. Queda por ver si ahora, en nombre de Marx, no se lanzan a una industrialización, cuantitativamente tan superior a lo que Marx pudo prever, que sea imposible la aplicación de los ideales que él formuló.

Iván Illich, Energía y equidad, en Iván Illich un humanista radical, Ediciones La Llave, Barcelona, 2016, pp. 248-250



Tradiciones del pensamiento

En el pensar de Iván Illich convergen diversas tradiciones del pensamiento, pero podemos identificar cinco que son preponderantes a lo largo de su vida intelectual.

  • La tradición del pensamiento cristiano, particularmente el comunalismo del cristianismo primitivo.
  • La tradición del pensamiento marxista hegeliano.
  • La tradición no violenta del pensamiento anarquista .
  • La tradición grecolatina y escolástica.
  • La tradición del pensamiento de la interculturalidad, de forma muy notable, el comunalismo indígena en América Latina.

 

A la izquierda de la sociedad escolarizada

Los supuestos ocultos de la educación

Resulta inútil distinguir entre el currículum oculto que acabo de describir y las bases ocultas de la escolarización. El currículum oculto es un ritual que puede considerarse como la iniciación oficial a la sociedad moderna, institucionalmente establecida a través de la escuela. El propósito de este ritual es el de esconder a sus participantes las contradicciones entre el mito de una sociedad igualitaria y la realidad consciente de clases que certifica. Una vez que se reconocen como tales, los rituales pierden su poder, y esto es lo que ahora empieza a suceder con la escolarización. Pero existen varios supuestos fundamentales sobre el desarrollo —las bases ocultas— que ahora encuentran su expresión en el ceremonial de la escolarización, y que fácilmente podrían reforzarse por lo que hacen las escuelas libres.

A primera vista, cualquier generalización sobre las escuelas libres parece aventurada. Especialmente en Estados Unidos, Canadá y Alemania en 1971, son las mil flores de una nueva primavera. Pero sobre estas empresas experimentales que pretenden ser instituciones educativas, pueden hacerse algunas generalizaciones. Sin embargo, debemos primero tener una idea más clara de la relación entre la escolarización y la educación.

A menudo olvidamos que la palabra educación es de reciente cuño. No se conocía antes de la Reforma. La educación de los niños, como ya lo he referido, se menciona por primera vez en francés en un documento fechado en 1498. Fue el año en que Erasmo se estableció en Oxford, cuando a Savonarola lo mataron en la hoguera en Florencia, y cuando Durero esbozó su Apocalipsis, que nos transmite el sentido de destrucción que existía al final de la Edad Media. En lengua inglesa la palabra education hizo su primera aparición en 1530. El año en que Enrique VIII se divorció de Catalina de Aragón y en que la Iglesia luterana se separó

de Roma en la Dieta de Augsburgo. En tierras de España, el uso de la palabra y la idea de educación tardó otro siglo más. En 1632, Lope de Vega sigue refiriéndose a la educación como una cosa novedosa. Ese año, como ustedes recordarán, la Universidad de San Marcos en Lima celebró su sexagésimo aniversario. Los centros de aprendizaje existían antes de que el término educación entrara en el lenguaje común. Se «leía» a los Clásicos o la Ley; no se educaba para poder vivir.


¿La escuela ha muerto? ¡Dejémosla descansar en paz!

La niñez como algo diferente de la infancia, la adolescencia o la juventud fue algo desconocido para la mayoría de los periodos históricos. Algunos siglos del cristianismo no tuvieron ni siquiera una idea de sus proporciones corporales. Los artistas pintaban al niño como un adulto en miniatura sentado en el brazo de su madre. Los niños aparecieron en Europa junto con el reloj de bolsillo y los prestamistas cristianos del Renacimiento. Antes de nuestro siglo ni los ricos ni los pobres supieron nada acerca de vestidos para niños, juegos para niños o de la inmunidad del niño ante la ley. Esas ideas comenzaron a desarrollarse en la burguesía. El hijo del obrero, el del campesino y el del noble vestían todos como lo hacían sus padres, jugaban como estos y eran ahorcados igual que ellos. Después de que la burguesía descubriera la «niñez», todo esto cambió. Solo algunas Iglesias continuaron respetando por algún tiempo la dignidad y la madurez de los menores. Hasta el Concilio Vaticano II, se le decía a cada niño que un cristiano llega a tener discernimiento moral y libertad a la edad de siete años y a partir de entonces es capaz de caer en pecados por los cuales podrá ser castigado por toda una eternidad en el infierno. A mediados de este siglo, los padres de clase media comenzaron a tratar de evitar a sus niños el impacto de esta doctrina, y su modo de pensar sobre los niños es el que hoy prevalece en la Iglesia.

Hasta el siglo pasado, los «niños» de padres de clase media se fabricaban en casa con la ayuda de preceptores y escuelas privadas. Solo con el advenimiento de la sociedad industrial la producción en masa de la «niñez» comenzó a ser factible y a ponerse al alcance de la multitud. El sistema escolar es un fenómeno moderno, como lo es la niñez que lo produce.

 

Si se extiende la luz,

toma la forma de

lo que está inventando la mirada.

(JEP)